lunes, 11 de septiembre de 2017

La Moral y Ética Profesional


Hay que reconocer que, en las profesiones en general, la moral y ética profesional parece no estar de moda. Es por tanto que en este blog, hablaremos sobre ello...

Podríamos pensar que, en el caso de la ética profesional, se ha de poner el acento en la transmisión de valores. Pero habría que hacer sobre ello algunas observaciones: Es verdad que en la formación del futuro profesional importan, no sólo los conocimientos y las habilidades, sino también las actitudes y los valores. El ser un buen profesional, desde el punto de vista moral, es una cuestión mucho más de adquirir y desarrollar los hábitos adecuados que de saber resolver situaciones moralmente complejas. 

Antes de continuar debemos saber qué significan cada una de estas palabras:

La moral puede ser entendida –en sentido descriptivo– como el conjunto de normas (implícitas en su mayor parte) presentes en una sociedad. Pero, además, en un sentido normativo-crítico, propio de la filosofía moral, incluye la valoración ética de la moral vigente, en función de unos principios éticos universalizables, señalando los valores y deberes que deben guiar las acciones humanas.

Los valores son los marcos preferenciales de orientación del sujeto, que se especifican y expresan en normas éticas o morales , como criterios o pautas concretas de actuación, y forman códigos morales, como conjunto de normas o principios y de leyes morales en una sociedad o profesión (deontológicos).

La ética, como reflexión crítica de segundo orden sobre los valores o comportamientos previos, proporciona razones que justifican o no las acciones, analizando los comportamientos morales. La ética explica, desde patrones de generalidad o universalidad, la experiencia moral humana y prescribe los modos de comportamiento justificables.La ética profesional comprende el conjunto de principios morales y modos de actuar éticos en un ámbito profesional, forma parte de lo que se puede llamar ética aplicada, en cuanto pretende –por una parte– aplicar a cada esfera de actuación profesional los principios de la ética general pero paralelamente –por otra– dado que cada actividad es distinta y específica,incluye los bienes propios, metas, valores y hábitos de cada ámbito de actuación profesional. Si bien se suele usar de modo intercambiable con “deontología”, la ética profesional tiene un sentido más amplio, sin limitarse a los deberes y obligaciones que se articulan en un conjunto de normas o códigos de cada profesión, para dirigirse a las virtudes y roles profesionales (Oakley y Cocking, 2001).

La enseñanza de la ética tiene como objetivo proporcionar instrumentos y claves relevantes para tener criterios propios y capacidad de elección propios de ciudadanos que participan en los asuntos públicos. En este sentido, hay un renovado interés por la “educación para la ciudadanía”, en un sentido más abarcador que la educación en valores y la moral, cuyo objetivo es contribuir a formar ciudadanos más competentes cívicamente y comprometidos en las responsabilidades colectivas.

Ya sabiendo estos dos conceptos podemos decir que, en la formación del futuro profesional importan, no sólo los conocimientos y las habilidades, sino también las actitudes y los valores. El ser un buen profesional, desde el punto de vista moral, es una cuestión mucho más de adquirir y desarrollar los hábitos adecuados que de saber resolver situaciones moralmente complejas.






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